Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes

 

Editorial 

La Pandemia, un ensayo sobre la incertidumbre.

Samuel Ponce de León R. 
Médico

El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad.     La Peste. Albert Camus.

La epidemia evoluciona a su propio paso y mientras tanto continuamos intentando adivinar cuál es la intensidad de la transmisión, la velocidad de los contagios, el momento de alcanzar el número crítico para reconocer el tiempo del crecimiento exponencial de casos graves, que son los que van a saturar los hospitales.


De la revisión de los números y gráficas con las curva epidémicas de Irán, Italia,  España y Estados Unidos –países atrapados en una respuesta incompleta y tardía- es evidente que la instalación del creciente distanciamiento social en México es posiblemente oportuno. Oportuno no es sinónimo de eficiente, no lo puede ser en esta epidemia. Esperemos que efectivamente se amortigüe la pendiente de la curva –que se achate el pico- como dicen “los técnicos” habiendo establecido la suspensión de actividades con una anticipación de 2 a 3 semanas antes de que el incendio se desborde.  Empero a pesar de lo oportunas que sean las medidas, a pesar del correcto mensaje para guardarnos, y del esfuerzo por repetir el milagro de los peces, ahora con camas de hospital, la epidemia llegará con fuerza, quizás con menos fuerza, pero sí muy jodidamente fuerte. ¿Cómo detienes un tsunami?

Una epidemia es como un incendio, al principio son unas pocas flamas que apenas humean, y luego se extiende sin pausa. El problema con una epidemia como la actual es que en realidad, a diferencia del incendio, no hay forma de sofocar su desarrollo y su extensión.


Las dificultades son muchas, una es la pobre compresión que tenemos del fenómeno. Otra, es también la plena impreparación del mundo para atenderlo. Es trágico que durante las últimas dos décadas se repitiera reiteradamente que esto ocurriría. Hay un video de Bill Gates en TED Talks de hace 5 años, donde describe lo que hoy ocurre y describe también lo que debió hacerse, y no se hizo. En su plática habla de virus y de millones de muertos.


En el umbral de que en nuestro país empiecen a acumularse decenas, centenas, miles de enfermos es sorprendente la ingenuidad de una crítica pobremente sustentada, pero que en su persistencia erosiona un mensaje de unidad que es hoy absolutamente necesario. Porque lo que vamos a contemplar ocurrirá en un sistema sin suficiencia,  que ha sobrevivido gracias al enorme esfuerzo y compromiso de los trabajadores de la salud. Enfermeras, médicas, auxiliares, todos, que han sostenido la capacidad de atención sanitaria a pesar de riesgos, deterioro salarial, magras prestaciones, edificios deteriorados, y agregando, una cuota de ingenio y empuje para cumplir con los enfermos.


La historia que empieza estará llena de relatos individuales de los trabajadores de la salud que no firmarán desplegados, ni se rasgaran las vestiduras ante los micrófonos, sino que ajustarán sus máscaras N95 y se lavaran las manos para el próximo paciente.


En este escenario, todos contribuyen al desconcierto ante el desastre. El mismo director de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus comete un grave error al exclamar, llevado acaso por su desconocimiento: ¡test, test, test …. Es fácil encontrar una exclamación así, pero es diferente llevarla a cabo. Es un mal mensaje para más de la mitad de los países quienes no cuentan con recursos técnicos y/o económicos para esto, y que deben planear su gasto en intervenciones preventivas de distanciamiento. Justifica así el mismo su impericia en el manejo de esta crisis, y la ausencia de acciones que permitieran establecer un sistema con capacidades para una mejor prevención de esta pandemia, notoriamente anunciada. Los estudios de PCR son técnicamente laboriosos, son costosos y requieren insumos no fácilmente accesibles en este momento. Una declaración así es por lo menos insensata.


Otro asunto, es interpretar equivocadamente la utilidad de las pruebas por PCR. Ahora, hasta los locutores de la televisión se han convertido en epidemiólogos y químicos reclamando pruebas y recurren al ejemplo del Corea del Sur, sin considerar el entorno social  y la epidemiología del brote en ese país. Desde luego los estudios son útiles pero para el modelaje de esta epidemia no son imprescindibles.


Una de las ventajas de ser el último de la fila es que con anticipación la región de Latinoamérica ha tenido oportunidad de preparar su respuesta. Así lo ha hecho, México iniciando un oportuno distanciamiento social que se ha incrementado paulatinamente, veremos en que resulta pero de antemano es cierto que la epidemia es imparable.


Por ahora vivimos en una suerte de confinamiento que se prolongará por algunas semanas mientras los servicios médicos repasan protocolos y sufren previendo insuficiencias y riesgos. El sistema hospitalario será nuestra última frontera para mitigar la transmisión, y es un escenario en donde hasta este último momento faltan recursos por ineficiencia administrativa. Escucho historias de residentes y de médicos adscritos comprando de su bolsillo hoy mismo, cubre-bocas y lentes.


Existe una particular afinidad de estos coronavirus para resultar en altas tasas de infección entre el personal de salud. Así sucedió en las epidemias de SARS (2002), y de MERS (2013). Y ahora, son también demasiados los personajes de los equipos sanitarios que han fallecido en China, Italia, España y lo serán en México, donde además del riesgo implícito existe el agravante de la inoperancia administrativa.


Estamos viviendo los primeros días de una larga historia. En este tiempo, observaremos por los medios electrónicos a nuestro alcance un acontecer donde cada uno de nosotros mismos somos el principal protagonista, desde nuestra propia casa.

 

Publicado originalmente en la página del periódico El Reforma el día 5 de abril de 2020.

 

 

 


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