El ciudadano atento
Los Césarman
Dr. Luis Muñoz Fernández
Un buen amigo y colega, antes maestro que me reveló secretos de la patología prostática, me recórdó hoy a un médico y escritor en el que no había pensado durante muchos años. El redescubrimiento me lleva a buscarle en mi biblioteca y me reencuentro con una recopilación titulada Siete obras escogidas de Eduardo Césarman. Hago un paréntesis para recordar a una hematóloga con el mismo apellido que conocí durante mis años en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán: Gabriela Césarman, de la misma distinguida familia de médicos humanistas, hija de Teodoro Césarman, eminente cardiólogo y hermano, junto con el psiquiatra Fernando, de Eduardo.
De Teodoro escribió Arnoldo Kraus, otro médico humanista de raigambre judía:
“Teodoro fue quien fundó la leyenda de los tres hermanos médicos. Algo de lo más importante que lograron fue introducir, justamente cuando no se empleaba en México, el concepto de la medicina humanista. Consiguieron que la relación médico-paciente se fuera haciendo cada vez más cercana. En particular, Teodoro fue muy querido en los medios intelectual y político, donde tuvo una gran cantidad de pacientes. El beneficio de su consulta, y esto se extiende a la de sus hermanos, fue que traspasó la frontera de la receta. Ejerció, en amplio sentido, la literatura acompañada de medicamentos”.
Pero volvamos a Eduardo Césarman y una de sus obras titulada Fuera de contexto. En el prólogo, Rubén Bonifaz Nuño nos dice:
“Frío y misericorde a la vez; tierno e implacable; severo y colmado de perdón, mira al hombre con admiración a la cual se mezcla algo como una sonrisa compasiva; lo conoce porque se conoce a sí mismo; porque se conoce a sí mismo, puede comprenderlo en su flaquezas y venerarlo en sus poderes. Amarlo en su grandeza y estar dispuesto a comprenderlo en sus mezquindades”.
A todos, pero especialmente a los médicos, nos hace falta leer las palabras de Eduardo Césarman. En un momento en el que los augurios apuntan a una transformación de la especie humana que devendrá en otra cosa gracias al poder de la tecnología, debemos tener la cabeza fría y el corazón caliente para no dejarnos deslumbrar demasiado. Tal vez ese poder no resuelva las disyuntivas más profundas del ser humano, ni nos brinde la solución a todos nuestros acuciantes problemas. Quizá sólo modifique la superficie, para dejar intacto el fondo milenario de aquel simio que descendió de los árboles y empezó a desplazarse con dos extremidades en la sabana del Gran Valle del Rift.
Fuera de contexto (Miguel Ángel Porrúa Grupo Editorial, 1999) es una colección de frases, la mayoría breves, y algunos párrafos en los que Eduardo Césarman reflexiona sobre la condición humana y el rumbo que iba tomando la medicina y el mundo hacia finales del siglo XX. Compartamos aquí algunos fragmentos y abramos así el apetito del lector para que busque más por su cuenta:
“El ser humano es producto de una casualidad causal”.
“El hombre no cambia, no mejora, sólo se le remodela. Se le viste sin bañarlo”.
“El único humanismo posible es aquel que describe la existencia real de los hombres”.
“Nadie es digno de envidia”.
“Es más importante ser respetable que respetado”.
“El mejor momento del hombre es cuando ya no tiene nada que perder”.
“Se vive de la fachada, por eso se cuida tanto”.
“No tomarse en serio es algo muy serio”.
“Ante lo prefabricado y lo automatizado, el ser humano pierde apasionamiento por las cosas,
pierde habilidades y oficio”.
“El hombre que busca la aceptación de los demás actúa la vida, no la vive”.
Esta es sólo una muestra pequeña de las muchas perlas de sabiduría que cuajan las páginas de Fuera de contexto. Búsquenlo.
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