El ciudadano atento
COP28
Dr. Luis Muñoz Fernández
Extraño, por decir lo menos, que la Vigésimo Octava Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático, más conocida como COP28, se esté celebrando del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2023 nada más y nada menos que en Dubái, emblema internacional del lujo sin límites y uno de los siete emiratos que conforman los Emiratos Árabes Unidos, países que fincan su riqueza precisamente en la extracción y explotación del petróleo, una de las causas principales del cambio climático. No se podía haber escogido una sede más paradójica.
En esta línea de incongruencia no debe extrañarnos que el Sultán Al Jaber, presidente de la COP28, declarase el pasado domingo 2 de diciembre que “no existe evidencia científica de que el descenso progresivo en el uso de combustibles fósiles ayude a alcanzar el objetivo de no sobrepasar un incremento en la temperatura planetaria de 1.5 °C, establecido en el Acuerdo de París”. Esta declaración en contra de la sólida evidencia presentada en los seis informes que ha rendido hasta ahora el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) provocó un escándalo mayúsculo que obligó al mentado sultán a matizar sus anteriores palabras diciendo que “cree y respeta mucho la ciencia”. Ya en la inauguración de la COP28, António Guterres, Secretario General de la ONU, había afirmado de manera contundente: “No podemos apagar un incendio con una manguera de combustibles fósiles”.
Cuando impartía la materia de historia y filosofía de la medicina y durante el curso llegaba al siglo XVIII, empezaba mi exposición con un óleo de Philip James de Loutherbourg titulado Coalbrookdale de noche, paisaje situado en una pequeña localidad del condado de Shropshire, Inglaterra, en el que se observa una fábrica con la chimenea humeante, el resplandor del fuego y varias piezas sueltas de los artefactos de aquella industria, dispersos a los lados de un camino por el que discurren los lugareños y sus animales. Se dice que aquel pueblo fue una de las cunas de la Revolución Industrial. La escena me es bastante familiar, pues nací y viví mi infancia e incipiente juventud en Sabadell, a 30 km de Barcelona, ciudad fabril en cuyas calles resonaba constantemente el ruido de los telares de una potente industria textil que le ganó el apodo de “la Mánchester catalana”.
La mayor parte de los estudiosos consideran que el actual cambio climático inició a partir de la Revolución Indsustrial en la segunda mitad del siglo XVIII. Andreas Malm, profesor asociado de Ecología Humana en la Universidad de Lund, Suecia, atribuye el origen del calentamiento global al uso de las máquinas de vapor en las fábricas de algodón del norte de Inglaterra y Escocia durante el siglo XVIII, tema que fue su trabajo de doctorado y en el que se basa su libro Capital fósil. El auge del vapor y las raíces del calentamento global. En esta obra pone como ejemplo de la Revolución Industrial a un hipotético industrial algodonero de Lancashire, Inglaterra, a principios del siglo XIX, que decide invertir en una máquina de vapor para su fábrica, levanta una chimenea y empieza a comprar carbón en una mina cercana. Más adelante, afirma lo siguiente:
“Y, sin embargo, los descendientes de los fabricantes de Lancashire, cuya dominación abarca ya el mundo entero, siguen tomando decisiones a diario para invertir en más pozos de petróleo, más centrales eléctricas de carbón, más aeropuertos, más plantas de gas natural licuado o más máquinas para sustituir a trabajadores humanos, de modo que las emisiones no sólo van a seguir creciendo, sino que lo harán a mayor velocidad. En los años noventa, el incremento anual de emisiones de CO2 [la principal causa del efecto invernadero] a nivel mundial se mantuvo en una tasa media del 1%; desde el año 2000, la cifra ha sido del 3.1%; una tasa de crecimiento tres veces más alta, lo que supera los peores escenarios previstos por el IPCC y pone de manifiesto una tendencia que aún no ha dado ninguna muestra de que vaya a revertirse: cuanto más se sabe de las consecuencias, más combustibles fósiles se queman”.
Reuniones como la COP28 parecen ser meras exhibiciones de la profunda hipocresía con la que la comunidad internacional enfrenta la amenaza más grave de la historia de la humanidad
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