El ciudadano atento
Un hombre fronterizo
Dr. Luis Muñoz Fernández
José Luis Sampedro (1917-2013) fue un economista español que devino es escritor con el paso de los años y que nos legó novelas y reflexiones de extraordinario valor, en especial para estos tiempos, cuando el mundo se dirige con absurda determinación al abismo de su autodestrucción. Como economista fue singular, pues, como señala la “Wikipedia”, abogó por una economía “más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos”.
Una de sus novelas más recomendables es “La sonrisa etrusca” porque Salvatore, su protagonista, es un anciano de Calabria enfermo de cáncer (“la rusca”, “la bicha”, como él lo llama), que encarna valores antiguos, algunos extintos, propios de su mundo rural, que chocan con los de su hijo y esposa que se lo llevan a vivir con ellos a la norteña y moderna Milán para que lo revisen los médicos.
Sampedro fue admitido en la Real Academia Española en 1991 y su discurso de ingreso, “Desde la frontera”, es una verdadera joya cuya lectura también recomiendo. El documento, como todos los discursos de los académicos, se puede obtener de internet accediendo a esta dirección: https://www.rae.es/sites/default/files/Discurso_Ingreso_Jose_Luis_Sampedro.pdf
Al haber vivido desde niño en distintas ciudades y pueblos y trabajado como funcionario de aduanas, se consideraba a sí mismo un hombre de frontera y en el discurso expuso los diferentes tipos de fronteras que se nos presentan, así como dos estilos de vida: el fronterizo y el central. Aquel siempre se expone a los cambios y adopta la flexibilidad necesaria para adaptarse a ellos. El central es más estable y lo adoptan quienes se consideran depositarios de tradiciones prácticamente inmutables que defienden a toda costa, encerrándose en sí mismos. Sin embargo, aclara que estos estilos de vida no se presentan de manera pura, sino como diversas gradaciones entre ambos extremos.
Advirtió el peligro de aquellos que se consideran los guardianes de las esencias (el Orden Natural de la sociedad) por el gran poder que detentan:
“Y lo grave es que el Orden Natural como creación del poder tiene a su servicio razonadores y exégetas, armados con medios educativos y de comunicación lo bastante fuertes como para acallar dudas, ahogar vacilaciones, justificar represiones y descalificar a disidentes”.
Son varios los párrafos memorables que contiene el discurso, como aquellos que dedica a los dos modelos socioeconómicos que se disputaron la hegemonía del mundo durante el siglo XX: el comunismo y el capitalismo. Sorprende leer que Sampedro los considera mucho más cercanos de lo que solemos pensar, e incluso llamó al comunismo un “capitalismo de estado”. Criticó ambos modelos. Señaló que el comunismo ahoga la libertad y el capitalismo comete el pecado de creer ciegamente en un mercado ideal que no existe y en una libertad de elección que sólo la pueden ejercer quienes tienen suficiente dinero.
Hacia el final del discurso se encuentra el párrafo que más me ha gustado y con el que coincido completamente:
“Muy colmado de ciencia está Occidente, pero muy pobre de sabiduría. Es decir, del arte de vivir, más abarcante que la ciencia porque, contando con ella, incluye además el misterio. Ahora no se procura alcanzar la iluminación, sino sentir el latigazo del deslumbramiento. Se busca el estrépito, lo aparatoso, los focos publicitarios; no el silencio, lo auténtico, ni el resplandor tranquilo de la lámpara. Un símbolo de nuestro tiempo es preferir la ducha, rápida, ruidosa y acribillante, en vez de envolverse voluptuosamente en la líquida seda del baño, lento y sosegado. Los países de la periferia conservan, aun en su atraso técnico, más sabiduría y eso es una esperanza para todos, porque cada día es más urgente compensar el desajuste esencial de esta civilización: el de tener muchos medios sin saber ponerlos al servicio de la vida”.
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