El ciudadano atento
La naturaleza también es femenina
Dr. Luis Muñoz Fernández
Carolyn Merchant, química de formación nacida en 1936, es una filósofa e historiadora de la ciencia estadounidense que en 1980 publicó La muerte de la naturaleza. Mujeres, ecología y Revolución Científica, un libro fundacional del ecofeminismo, movimiento que la Wikipedia define de la siguiente manera:
“El ecofeminismo es una corriente de pensamiento y un movimiento social que integra feminismo y ecologismo poniendo de manifesto las relaciones existentes entre la subordinación de las mujeres y otros grupos sociales no privilegiados con la sobreexplotación y degradación del medio natural”.
Según Merchant, “Los conceptos de naturaleza y mujer son construcciones históricas y sociales. No existe ninguna característica inmutable esencial: ni de sexo, ni de género, ni de naturaleza. Los individuos construyen esos conceptos acerca de la naturaleza y sus relaciones con ella a partir de ideas y normas propias de la sociedad en la que nacen, se socializan y se educan”.
Independientemente de que se esté de acuerdo o no con el párrafo anterior, la idea que vincula a la mujer con la naturaleza parece bastante evidente: ambas han compartido hasta nuestros días un destino de marginación, explotación y anulación que explica tanto la lucha por los derechos de las mujeres, como el rescate del medioambiente natural gravemente amenazado.
Sigamos con Carolyn Merchant en su búsqueda de los cambios históricos que nos han llevado a la situación actual:
“Entre los siglos XVI y XVII, la imagen de un cosmos orgánico que tenía en su centro a una tierra viva y femenina dio paso a un enfoque mecanicista del mundo en que la naturaleza fue reconstruida como algo muerto y pasivo, dominado y controlado por los humanos”.
Ese cambio, el del nacimiento de la ciencia moderna, coincide aproximadamente con el desarrollo del sistema económico capitalista y la expansión colonial cuyos efectos resentimos todavía hoy. Interesantes coincidencias que nos ofrecen respuestas a la crisis contemporánea.
Nos dice Merchant: “Tanto en las culturas occidentales como en las no occidentales, la naturaleza era tradicionalmente femenina. En latín y en las lenguas romances de la Europa medieval y moderna, naturaleza era un sustantivo femenino y, por lo tanto, al igual que algunas virtudes (templanza, sabiduría, etc.), se personificaba como una mujer… La imagen de la tierra como organismo vivo y madre nutricia constituía un marco cultural que restringía las acciones de los seres humanos”.
Con el inicio de la Revolución Científica y el marco socioeconómico en el que estuvo inscrita, estas relaciones cambiaron. En esa misma línea de pensamiento, el filósofo David Fideler, en su Restaurar el alma del mundo, señala que:
“Durante muchos siglos, desde la antigua Grecia hasta el Renacimiento, la noción de que la naturaleza era algo vivo contribuyó a mantener un saludable vínculo entre la humanidad y ese otro mundo, superior al humano, en el que nos hallamos inmersos…
En los siglos XVI y XVII surgió un nuevo espíritu analítico en gran medida de índole matemática. Asociada a los genios de la Revolución Científica, esta visión del mundo no retrataba el cosmos como algo vivo, sino como el mecanismo de un reloj eternamente en funcionamiento con arreglo a ciertas leyes eternas”.
En lugar del marco conceptual mecanicista que ha predominado desde entonces, Carolyn Merchant propone que “una ciencia no mecanicista y una ética ecológica deberían apoyar un nuevo orden económico fundamentado en el reciclaje de los recursos renovables, la conservación de los recursos no renovables y la restauración de ecosistemas sostenibles que cumplan las necesidades básicas humanas físicas y espirituales. Quizás, de esta manera, Gaia podría sanarse”. Y en esa vinculación estrecha con la naturaleza, también las mujeres podrían restañar sus profundas heridas.
Comentarios a : [email protected]
Artículos anteriores: